Bukele, el Presidente de las Contradicciones: Logros Históricos y Riesgos Democráticos

El ascenso de Nayib Bukele al poder marcó un antes y después en la historia contemporánea de El Salvador. Tras ganar la presidencia en 2019, y revalidar su mandato en 2024, Bukele ha protagonizado una transformación política, social y mediática que suscita apoyos fieles y controversias severas a nivel nacional e internacional.

El ascenso de Nayib Bukele al poder marcó un antes y después en la historia contemporánea de El Salvador. Tras ganar la presidencia en 2019, y revalidar su mandato en 2024, Bukele ha protagonizado una transformación política, social y mediática que suscita apoyos fieles y controversias severas a nivel nacional e internacional.

Llegada al poder y ruptura política

Bukele ganó las elecciones presidenciales de 2019 con más del 53% de los votos, rompiendo el largo bipartidismo entre ARENA y el FMLN, partidos tradicionales señalados por corrupción y una gestión ineficaz en materia de seguridad y desarrollo. Su discurso innovador, gestión mediática a través de redes sociales y la promesa de combatir la violencia de las pandillas lo catapultaron al liderazgo, consolidando una base popular que le permitiría posteriormente controlar la Asamblea Legislativa y redefinir la correlación de fuerzas en el país.

Logros de su gestión

  • Reducción de la violencia: El mayor logro adjudicado a Bukele reside en la notable disminución de la tasa de homicidios, principalmente a través del Plan Control Territorial y la “guerra contra las pandillas”, políticas ampliamente respaldadas por la ciudadanía. El país pasó de ser uno de los más violentos del mundo a reportar cifras históricamente bajas de criminalidad.

  • Innovaciones económicas: El Salvador fue el primer país en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, medida que diversificó la visibilidad internacional del país e incentivó inversiones en sectores emergente. También se logró un acuerdo financiero importante con el Fondo Monetario Internacional para estabilizar las finanzas públicas.

  • Gestión de la pandemia: El gobierno implementó medidas estrictas y tempranas ante el COVID-19, incluyendo confinamientos y la construcción del Hospital El Salvador, considerado uno de los más grandes especializados en la región. Estas acciones, junto a asistencias económicas a sectores vulnerables, elevaron los niveles de aprobación del mandatario durante la emergencia.

  • Modernización digital del Estado: El gobierno de Bukele puso en marcha varios proyectos de digitalización en trámites y servicios públicos, con el objetivo de agilizar procesos burocráticos y facilitar el acceso ciudadano a distintas gestiones. Esto ha contribuido a reducir tiempos y, en algunos casos, la corrupción administrativa.

  • Inversión en infraestructura: Se han realizado mejoras visibles en infraestructura vial, educativa y de salud, incluyendo la renovación y construcción de hospitales, escuelas y carreteras, lo que ha generado oportunidades laborales y mejores condiciones de vida para la población.

  • Promoción del turismo: Bukele impulsó campañas como “Surf City”, posicionando a El Salvador como destino turístico internacional. Esta iniciativa trajo inversiones y eventos deportivos de talla mundial, generando una imagen positiva del país en el exterior.

Críticas y controversias

  • Concentración de poder: Bukele ha sido acusado de erosionar los controles democráticos, especialmente tras el reemplazo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema con jueces afines y la habilitación de su reelección, pese a restricciones constitucionales previas. Esto, sumado a una Asamblea sin contrapesos efectivos, genera alarma sobre la separación de poderes y el respeto al Estado de derecho.

  • Derechos humanos y represión: Organizaciones nacionales e internacionales advierten que la política de seguridad incluyó detenciones masivas, denuncias de abusos y falta de garantías procesales. Si bien el respaldo social se mantiene robusto, amplios sectores señalan preocupaciones sobre regresión democrática y vulneración de derechos fundamentales.

  • Gestión económica e inclusión: Aunque la apuesta por el bitcoin elevó el perfil internacional del país, suscita dudas sobre sus beneficios reales para los sectores más pobres y su impacto en la economía real, que sigue enfrentando serios desafíos estructurales.

  • Tensiones con la prensa: El gobierno ha mantenido una relación tensa con medios críticos e independientes, siendo señalado por desacreditar y hostigar públicamente a periodistas y organizaciones de la sociedad civil. Esto ha generado preocupación por la libertad de expresión y el pluralismo informativo.

  • Manejo opaco de fondos públicos: Diversas organizaciones y auditorías han cuestionado la falta de transparencia en el manejo de fondos, especialmente durante la pandemia y en proyectos de alto costo, señalando la dificultad para acceder a información sobre contratos y compras estatales.

  • Polarización política: Las estrategias comunicacionales de Bukele han incrementado la polarización social y política en el país, dividiendo opiniones y dificultando el diálogo entre sectores opuestos, lo que podría afectar a largo plazo la estabilidad y convivencia democrática.

  • Endeudamiento público: Si bien se han mpulsado inversiones y gastos sociales, el país ha aumentado significativamente su deuda pública, lo que podría representar un desafío económico serio en el mediano y largo plazo.

Evaluación final.

El mandato de Nayib Bukele combina avances innegables en seguridad y gestión de imagen con riesgos para el sistema democrático y las libertades civiles. Mientras sus logros le han permitido acumular un capital político inédito en décadas, sus métodos y decisiones han suscitado críticas por parte de la comunidad internacional, medios y organizaciones de derechos humanos, que advierten retrocesos institucionales y concentración de poder.

El fenómeno Bukele, en definitiva, es complejo: aplaudido por muchos salvadoreños cansados de la violencia y marginación, pero cuestionado por la forma en que ha reconfigurado las bases democráticas del Estado salvadoreño.